Cambio climático: ¿una
argucia?, ¿un fin?, ¿un truco?, ¿una política? No.
Una realidad. Un hecho.
Algo perceptible.
Lo queramos o no
considerar, aquí está: la subida de las temperaturas; el aumento del nivel del
mar; el desastre medioambiental que va a ser realidad gracias a la mano de la
humanidad.
Nosotros, los homo
sapiens-sapiens, tan confianzudos, tan adorables, contaminándonos mutuamente,
en una espiral de progreso que debería poner freno a este atropello.
Si verdaderamente
queremos prosperar, y adaptarnos a las circunstancias, no podemos ir
destruyendo los medios que nos abastecen para la subsistencia: no podemos
agotar los recursos naturales, no los podemos usar y tirar como si fuesen de un
solo uso. Debemos concienciarnos:
v Que
cada día se siga avanzando en el tema del reciclaje. Que se aúnen esfuerzos en
investigación para que se recicle más, mejor, y lo que se recicle sea más
aprovechable.
v Que
se investiguen más las formas de energía limpias, y que las personas las
incorporemos: energía solar, energía eólica.
v Que
se busquen agentes descomponedores del microplástico de las aguas del mar,
aunque su uso, en un principio, fuera muy restringido. Así nos aseguraríamos de
que no ingerimos nada tóxico al consumir pescado.
v Delimitando
la fabricación de plásticos y otros envases. Y evitando que sean arrojados al
mar y/o a vertederos.
No sé qué más formas
posibles puede haber para evitar el cambio climático, pero seguro que se puede
hacer mucho por evitar encenagarnos en las basuras del mañana haciendo hoy lo
que desde ayer sería prudente estar ya haciendo.
Si no revertimos la
situación mínimamente, ya no es que el calentamiento global afecte o deje de
afectar a las mareas y/o costas, o cause fenómenos meteorológicos adversos que
produzcan cataclismos medioambientales; es que las enfermedades van a surgir
por nuestras propias excrecencias tóxicas, nuestros propios tufos industriales,
nuestra propia basura plástica inundando los más recónditos recovecos de las
criaturas marinas; y el aire se sentirá resentido de CO2.
Y orinaremos microplásticos.
Todo esto
alarmantemente forma ya parte de nuestra realidad, y no es una argucia, un fin,
o un truco.
Yo, personalmente, dudo
de la capacidad humana para reaccionar ante tan gran problema a nivel global.
No obstante, pienso aun
con mi escepticismo, ojalá exista aún un resquicio de esperanza para la
humanidad, un brote verde que dé a este planeta la posibilidad de pervivir con
sus ecosistemas y con ese ser humano que bien puede o favorecerlos o
destruirlos.
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