Lluvias copiosas nos acompañan estos
últimos días en nuestra meteorología. La borrasca Óscar hace que el tiempo de
junio se alce en su compostura como aguador, dotador de vida, haciendo que en
la península ibérica nos estemos habituando a esta situación tan peculiar. Un
refrán de junio dice: Caprichoso junio, o sequía, o diluvio. Bien puede
ajustarse a lo que sucede actualmente. Los campos, las plantas, los hábitats,
los ecosistemas, las personas, que demandaban el agua estos meses previos,
ahora van recibiendo cotas altamente significativas del elemento tan necesario
en la vida: H2O. Este verano,
pese a llegar con tardanza las ansiadas aguas, supondrá el punto de inflexión
que se pedía para remediar la escasez de agua, otro más de la tan chabacana
historia del mundo.
Se debatirá en los medios sobre su
potencial uso, se dispondrá de ella (el agua) para su abastecimiento en las
comunidades (a través de las presas, o aprovechando las aguas subterráneas, o
mediante los usos que a conveniencia el ser humano disponga), se peleará por
ver cómo podemos emplearla, en fin, con y a través del agua podremos
enzarzarnos en controvertidos debates y usar nuestra reflexividad para entrar
en tales o cuales puntos de vista.
El agua, las lluvias de junio, por
tanto, nos posicionarán nuevamente ante los típicos planteamientos que conlleva
su uso eficiente y a moderarnos y guardarla como tesoro líquido que es.
Entonces, qué podemos hacer los simples
ciudadanos de a pie para evitar el derroche de este tan preciado elemento. Primero:
concienciarnos de lo difícil que es que llueva cada vez más. Segundo: No pensar
individualmente, sino como colectividad humana cuando nos acucia la necesidad
de usar más o menos cantidad de agua en algún proceso. Tercero: Si no hay más
remedio que usar vastas cantidades de agua, garantizar su óptima utilidad en
cada caso. Cuarto: Priorizar su uso en la higiene o directamente en su consumo
sobre otros usos como puedan ser recreativos o de ocio. Cinco: Ser cautos en
cómo, si disponemos de pozo, usamos esta tan rica materia, planificando los
beneficios que nos pueda acarrear (ejemplo: priorizando unos sistemas de
regadíos sobre otros, como pudiera ser el gotero sobre la aspersión).
Llueve, y como llueve, a vuelapluma el
agua me dicta sus sentencias. No podemos, pues, embobarnos en los momentos de
abundancia, y, como conclusión, se colige que la prudencia nos marcará para
futuras sequías, ya que esto es cíclico, los tiempos, parece, marcan un compás
impulsivo de lluvias que hay que saber aprovechar, porque de ellas dependen
nuestras cosechas, y nuestro abastecimiento.
(gracias al autor de esta magnífica foto del río de mi localidad en el momento puntual de las pasadas lluvias de la tarde del martes, 6 de junio de 2023)