LA NAVIDAD Y SUS ENFOQUES

 

La Navidad ya entra en nuestros corazones, acogiéndola cada cual a su manera, según las circunstancias, el enfoque, le propicien uno u otro efecto:

 

▶     Puede ser “corrosiva”, para, entiéndaseme, aquéllos que la viven desde una perspectiva pesimista, de dolor, de pérdida de seres queridos, y, por tal motivo, hay que acogerlos en la medida en que ellos se manifiesten más o menos receptivos, aunque, ciertamente, en el caso de que se conozca a alguien en una situación tal, lo más aconsejable es que la persona que lo conozca, si siente aprecio, amistad, hacia ese de quien hablamos que ve la Navidad con pesimismo, dé el primer paso para, con seguridad, ofrecerle su cercanía y/o apoyo.

 

▶     La Navidad también puede resultar acogedora, espiritual, para aquéllos que, afortunadamente, imbrican un tejido familiar compensativo, y/o intergeneracional afectivo. Por ejemplo de lo primero, lo encontraríamos de hermano/a a hermano/a, de primo/a a primo/a. Por ejemplo de lo segundo lo encontraríamos de padres o madres a hijos o hijas, de abuelos o abuelas a nietos o nietas, de tíos o tías a sobrinos o sobrinas.

 

▶     La Navidad, de otra manera, puede presentarse en los corazones de las personas con el matiz lúdico, consumista, que, no es sino otra óptica o prisma que se impone en estos tiempos de convulsas turbulencias sociales, económicas, bursátiles, que reflejan el estilo de vida moderno, agitado y acelerado, que, ciertamente, es controvertible, pero que forma parte ya de nuestra visión de la Navidad: fervientemente en la primera juventud, más calmada según se avanza en edad.

 

▶     Termino mi apelación a las perspectivas navideñas en que hay una última, aquélla en la que la persona vive la Navidad con el día a día, con lo básico para vivir, a ras de supervivencia; es el lado más tétrico, por expresarlo de alguna manera, el que se da en situaciones de extrema violencia, de guerra, de hambruna, de carestía de alimentos. Es en este lado, tal vez, donde el espíritu navideño puede resultar más significativo cuando interactúan las personas de parejas condiciones entre sí: se regalan el tiempo, el verdadero valor, el verdadero amor. Es, pienso, de este último enfoque desde el que debemos pararnos a reflexionar los otros enfoques, dar gracias por nuestros estatus, nuestras economías, nuestras formas de vida, por, en definitiva, nuestra suerte.

 

La Navidad, en general, es un tiempo de reflexión, de unión familiar a poder ser, de introspección y de entendimiento mutuo en la convivencia humana.

 

Aprovechemos, pues, nuestro tiempo, siendo más conscientes de las implicaciones de estas tan señaladas fechas.

 

Un saludo para todos mis lectores y lectoras, para mis seguidores, y FELIZ NAVIDAD.