jueves, 18 de abril de 2024

EL CRONISTA DE LA VILLA

España me gusta - ¿Conocéis al cronista de vuestro pueblo? Aquí os dejamos  con el cronista de la Villa de Cogolludo. Los hombres y mujeres que se  dedican a la historia de

 

En una villa manchega perdida en las llanuras extensas de La Mancha profunda, allá por el año 3050, aminoraban las personas en grado sumo, pero las que quedaban habían aprendido a convivir y a respetarse mutuamente.

Las temibles guerras y las epidemias de las centurias precedentes, habían reducido drásticamente el número de la población no solo a nivel local sino a nivel mundial.

Pero, a la par, la humanidad había ido cohesionando sus progresos tecnológicos en reducidas esferas secretas, que, una vez se estabilizó el panorama humano de manera firme y factible, dio lugar a que salieran a la luz los progresos citados y estuvieran al alcance de los sobrevivientes. De esto hacía ya setenta años.

Nuestra villa, volviendo a nuestro año de inicio, contaba con servicio propio de inteligencia artificial en todo tipo de cirugías, y, a nivel de salud mental, se hallaba en un ránking elevado de satisfacción y bienestar.

Las patologías, simplemente, habían dejado de tener prevalencia en la comunidad, debido, fundamentalmente, a la capacidad de empezar de cero de la gente, junto al apoyo de los avances en medicina y a otra forma de organizarse la sociedad tras los siglos de oscuridad padecidos.

Quien era el cronista de la villa era, para más indicar, un viejo ermitaño proveniente de una familia de clase media más bien trabajadora y autosuficiente. De pequeño no le había faltado lo necesario para recibir una instrucción adecuada, y, según fue creciendo, sus ideas lo alejaron del confort para, audazmente, meterse a su labor de articulista.

Se contaba de él que era huidizo y meditabundo, y que, algunas veces, se comportaba de manera extraña.

Pero la villa sabía mucho de este hombre dado que, regularmente, subía a la red algún artículo de su mano, para, así, compartirlo con los demás.

Por lo tanto, nuestro ermitaño no era un ser tan anónimo, tal vez un personaje curioso y excéntrico que amaba la naturaleza y que disfrutaba las veladas paseando y observando por las campiñas a su antojo.

 

1 comentario:

  1. Enhorabuena Pedro , gracias por escribir , esas reflexiones tan bonitas y humanas

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