domingo, 9 de marzo de 2014

La yegua


En un día muy nublado,
Acercó se a mí una yegua,
Yo le di arroz tostado,
Y ella por casi me besa.

La monté alborozado,
Cabalgué raudo la sierra,
Me topé con un venado,
Que miró me con afrenta.

Sopesé si huir al trote,
O girar y dar la vuelta,
Y cazar a ese animal,
Con estoque y muleta.

Mas solo disponía,
De una vieja escopeta,
Y al punto de accionarla,
El gatillo se encasqueta.
 
El venado que es muy listo,
Se rasca su cornamenta,
Y huye entre las matas,
Por la sierra traicionera.

La tarde se torna oscura,
Y comienza una tormenta,
La yegua se me encabrita,
Y me mojo hasta las cejas.

Al trote yo deambulo,
A la era de una huerta,
Y allí en un caserío,
Me guarezco mientras.

Sus buenos hortelanos,
Me dan buena merienda,
Agua fresca del pozo,
Y paja para la yegua.

Pasado el chubasco,
Continúo mi paseo,
Dejo atrás los campos rasos,
Y cabalgo por senderos.

Que si campos de azafrán,
Que si olivos y viñedos,
Que si bosques escarpados,
Allá lejos en los cerros.

Empieza a anochecer,
Y mi yegua pide tregua,
Al establo me dirijo,
Me digo con regocijo.

Ha sido un día completo,
Por la sierra de Consuegra,
Hemos visto el llover,
Necesario a sus tierras.

El venado que cruzó,
A Dios gracias escapó,
Y los hortelanos generosos,
Por mucho serán dichosos.

En un día muy nublado,
Acercó se a mí una yegua,
Y al final de la jornada,
La mostré a mi doncella.

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