martes, 21 de marzo de 2017

EL OCIO Y LA POESÍA (21/03/2017)



El mundo hoy tan manifiestamente ocioso. Aparte de los vientos fríos y las lluvias tan abundantes en el norte de la península ibérica, temas no faltan a nadie que se precie de tener las herramientas informáticas elementales para ponerse al día de la actualidad informativa. Internet y las Redes Sociales se erigen como los pilares sobre los que se asienta ese acceso a la información que nos puede nutrir de ideas y puntos de vista dispares sobre lo que se quiera escribir.

Aunque, obviamente, puede resultarnos una ingente cantidad de noticias que uno debe aprender a ordenar en su mente y en sus prioridades.

Hoy, como seguía diciendo, se celebra el día mundial de la poesía. Si contamos con las herramientas básicas para elaborarlas, tales como diccionarios impresos o digitales, y nuestra experiencia y los variados recursos de los que en la actualidad en España contamos (prensa, radio, televisión), podemos, poco a poco, amalgamar vivencias y experiencias que redunden en esa inspiración necesaria para la poesía.

O para la prosa. Por simple disfrute. Por ocio constructivo. No temer al papel en blanco pues mejor o peor podemos dejarnos llevar por ese instinto vital que supone la escritura.

Ya sé que eso no es fácil. Pero, aun así, el ansia de superación hace resurgir nuestros proyectos abandonados. Por lo de que nunca es tarde si nos ponemos a ello. Ya sea con enfermedades físicas, mentales, intelectuales, o de cualquier índole, cuando se quiere contar algo por escrito nuestra única limitación son las barreras volitivas que nos autoimponemos. La fantasía, la imaginación, dejándose llevar por nuestras emociones y sentimientos, pueden hacernos valer de resortes para no caer en inmovilismos anímicos.

Aunque, eso sí, el esfuerzo del día a día cuenta enormemente, porque hace que aprendamos cosas nuevas de maneras inhóspitas o inesperadas. O con conciencia y planificación pulimos nuestros objetivos, para, una vez definidos, insistir e insistir repetidamente.

Por mi parte, transcribiendo libros a mano y a ordenador, leyendo un mínimo la prensa, o los libros, o lo que me caiga en las manos, aumenta gratificantemente la ebullición de ideas de las que valerme ya sea en la poesía, la prosa, la narrativa corta, o lo que surja.

Y aunque socialmente mi situación es compleja, ya sea porque tengo enfermedad mental, ya sea porque lo justifique con otras excusas a la postre limitativas, no me dejo desmoronar, la chispa que en mí existe la intento aprovechar con las redacciones que considere pertinentes.

Como antes decía, supone un ocio constructivo la escritura, en general, porque enriquece en conocimientos a quien la ejerce de manera más o menos frecuente. Y, además, enriquece a los demás al servir de forma artística y expresiva hacia el mundo en el que uno quiera integrarse.

No olvidemos que somos nosotros los que, a partir de cierta edad, según sea el caso, nos implicamos paulatinamente viviendo lo más que podemos lo que queremos conseguir. Si no fuera así, nos aplanaríamos psicológica y socialmente, y nos dejaríamos llevar por la corriente de la comodidad llegado a un estatus.

La ambición, el perfeccionismo, se me antojan recursos imprescindibles para superarse a uno mismo. Escribamos lo que escribamos siempre contaremos al mundo historias que puedan resultar interesantes valorándolas los demás, de forma objetiva. No encerrarse, pues, en nuestras manías perfeccionistas también ayuda para autovalorarnos. Y es que puede que escribas alguna cosa y a ti no te resulte lo bastante buena, ya sea en el fondo o contenido, ya sea en la forma o la estética, pero, si la muestras a otras personas te puedes llevar sorpresas porque, finalmente, ellas lo pueden considerar bueno. Evitemos, pues, así, un perfeccionamiento delirante. Dejémonos guiar por nuestras ideas y no privemos al mundo de nuestras cualidades, de nuestras potencialidades. En conclusión, podemos ser perfeccionistas, pero no tanto como para dejar escapar los rayos de luz de nuestras inspiraciones súbitas.

Aunque uno tenga enfermedad mental puede superar obstáculos según sus posibilidades y su voluntad se lo permita. La vida es bonita, larga, aunque, a veces, nos encerremos y obcequemos en lo contrario.

Sean, pues, nuestros esfuerzos los que deparen nuestros resultados. La escritura es un ocio que nos enriquece como personas que somos. No nos achantemos y valorémonos con mayor amplitud de miras. Aunque algo pueda uno considerarlo trivial, ya sea por ser muy exigente consigo mismo, o por no valorarlo lo suficiente, a la postre no debe privar de que los demás le den su punto de vista.

Ánimo España, y escritores que se inician en nuestra lengua con un poco de canguelo. Viva la poesía, la prosa, la narrativa, la dramaturgia, cualquier manera de expresión escrita que pueda ser valorada.

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