Nos blindamos las
personas a un individualismo que exacerba, que a veces nos cuesta los llantos
consecuentes.
Olvidamos que somos
carne frágil, deficiente. Que miramos en derredor los perfectos ingredientes. Y
que esta ilusión de la vida es evidente, tras la tanta aflicción y el temor a
que nos tienten.
Y guardamos nuestros
bienes recelando del presente; recelando de los otros; enfermando nuestra
mente.
Consumismo atronador,
depauperando el ambiente; nos hacemos carroñeros de avaricias exigentes.
Encerramos nuestras almas, nuestros cuerpos, nuestras mentes. Exhibimos el
rencor, regalamos la peor suerte.
Entretanto la palabra
ilusión se hace fuerte. Esperamos un mañana que al hoy no se asemeje. Si
mirásemos lo antaño, valorando lo presente, quizá no nos despistásemos en los
tiempos inexistentes.
¿Descabellado es el
colectivismo?, ¿la comuna friki?, ¿el rock a muerte? Yo creo aún en Dios
mirando a tanta y tanta gente que persigue el humanismo de este orbe inclemente.
Quizá una solución a
tanta crisis indecente no sea otra que el amor a uno mismo y a su gente.
Entretanto yo te
digo, lucha mucho, sé muy fuerte, y si no ayuda pide con rigor benevolente.
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