sábado, 21 de noviembre de 2020

LA CULTURA Y EL TIEMPO LIBRE

 

En este veintiuno de noviembre que se abre camino, intento idear un artículo referente al tema de la CULTURA, con mayúsculas, y lo que ella da pie al ser humano si dispone de tiempo y recursos suficientes para colmar sus inquietudes y saciar su sed de conocimiento.

 

La cultura, más allá de un sustantivo femenino que denote ciertas acepciones contempladas en el Diccionario de la Lengua Española, comúnmente es aplicada para referirse al conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.

 

La cultura nos da alas, nos da independencia de criterio, enriquece nuestro bagaje intelectual y/o artístico, porque nos sustenta de ideas nuevas y enfoques diferentes, y nos otorga esa capacidad de raciocinio necesaria para afrontar la vida. Es por eso que desde nuestra más tierna infancia, aquí, en Occidente, e incluso allá, en Oriente, se le da tanta importancia al tema de la formación intelectual del pequeñín o pequeñina.

 

Nuestros primeros maestros, nuestros padres, o quienes estén a cargo de nosotros, nos proveen de la lengua materna, pilar o base a partir de la cual podremos desarrollar esa comunicación vital con el resto de congéneres que a nuestro alrededor la hablen.

 

Es esa lengua la que en el colegio será desarrollada, analizada, estudiada, tanto escrita como oralmente, para, a partir de ella, y con ella, poder desenvolvernos en estudios secundarios y, así, disponer de esa herramienta imprescindible para la adquisición de conocimientos de cualquier materia.

 

Tras los estudios, sean estos del grado que sean, mas con un mínimo de la E.G.B. o la E.S.O. o el Bachillerato, la persona, como decía, decidirá en su tiempo libre cómo gestionar sus recursos y desarrollar más o menos lo que ha aprendido desde la infancia.

 

La cultura se convierte a partir de entonces en un ocio que podrá enriquecernos, dependiendo de nosotros las metas y objetivos que queramos marcarnos, como mejorar en algunos aspectos nuestro Currículum Vitae, o especializarnos en alguna área concreta (por ejemplo, estudiando un idioma extranjero, informática, etc.), o, simplemente, como forma de pasar el tiempo evasivamente, distendido (por ejemplo, leyendo novelas, libros de historias, etc.).

 

Y es que nuestra cultura, en esencia, dirá mucho de nosotros mismos: lo que somos, cómo pensamos, qué gustos o preferencias tenemos, nuestros hábitos,…

 

Es por eso que desde pequeñitos a los niños y niñas se les debe enseñar de manera adecuada, progresivamente, sin infundirles un temor insano, mas con cierta disciplina para que, a partir de ella, adquieran un autocontrol saludable; es decir, se les deben enseñar los beneficios que aportan la cultura y el amor a ella en consecuencia.

 

Digo todo esto porque en un mundo cada vez más radicalmente competitivo, hipercapitalizado, hacerse un hueco cuesta un esfuerzo que debemos estar dispuestos a ofrecer, a no ser que queramos quedarnos rezagados y orillados en un marasmo depresivo desaconsejable.

 

La cultura, más allá de una obligación debe despertar en nosotros nuestras aptitudes. Ya sea en el tema que sea, o en el campo que sea, la cultura nos aporta alicientes para vivir.

 

Tomárnosla como un ocioso relax es, quizá, su sumun indudable.

 

La Cultura y el tiempo a ella dedicado dirá de nosotros lo que somos como especie.

 

De nosotros depende no oxidarnos mentalmente, y, en consecuencia, desarrollar en mayor o menor grado nuestra cultura.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario...