domingo, 11 de agosto de 2013

Los fantasmas de la radio


Una tarde de verano, con bolígrafo en mano, me dispuse a escribir los fantasmas de la radio.

En mi cuarto iluminado, mi sobrino a mi lado, me decía a lo bajo: -¿Oyes tío, los fantasmas de la radio?

Emisora que hechizada, voces graves revelaba, con agudas notas rotas, de ardor desesperadas.

Los fantasmas de la radio, como duendes que acechaban, entonaban alegrías de poetas martingalas. De poetas martingalas, de risas y papas bravas, de dulzor amanerado, de dulzor en las miradas.

De repente se abren grietas, en poemas de las damas, en la radio que envejece, con los días y semanas.

Los fantasmas de la radio, en las ondas se trasladan, llevan penas y alegrías, que te llegan hasta el alma.

Son las ondas las que paran, de día o de madrugada, son las ondas quien deparan, buena siesta en grata cama.

Quien escucha es el que intuye, lo que hacer cada mañana, con las nuevas que recibe, de emisoras señaladas.

Los fantasmas de la radio, se van con tu elección, eres tú el que decide apretar o no el botón.

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