domingo, 25 de febrero de 2018

LUCÍA Y ERNESTO 1ª ENTREGA


INTRODUCCIÓN

Sor Socorro, aquella misma noche, que le había inducido a reflexiones tan profundas como determinantes, quedó convencida de la decisión que debía tomar irrevocablemente: colgaría los hábitos que tanto le había costado alcanzar en aquella hermandad religiosa, por la que durante dos años hubo de guardar sus normas y criterios con absoluta sumisión.

Aún era joven, y su amor, con titánica estoicidad, le había sido fiel frente a sus dudas existenciales durante ese período de tiempo transcurrido en el convento.

Volvería a la localidad de la que su familia era oriunda, y aun con las amargas expectativas de que su historia diera de qué hablar en el pueblo y alrededores, ella afrontaría los acontecimientos lo mejor que pudiese.

Sor Socorro, pues, aquella misma noche, releyó conmovida la última carta recibida de su amor impenitente, suspiró al fragor de la soledad de su austera celda, y, ya rendida, apagó la luz para dormir las horas posibles que restaban hasta el amanecer.


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