martes, 17 de marzo de 2020

LA RECLUSIÓN

España, alarmada, afronta momentos tensos en los que se vivirán momentos insospechados, en los que las familias sacarán, desempolvarán, momentos de fraternidad, pero también de furor y de hostilidad. Seguramente, con esta reclusión se sacará lo mejor y lo peor de cada uno.

Precavernos contra potenciales ataques de ansiedad va a ser lo más esencial en esta crisis sanitaria, en la que cada día se nos anuncian medidas más serias de prevención y evacuación.

Cómo distraernos mentalmente va a ser crucial. Cómo ocuparnos vivencialmente, fundamental. Porque cambiar los hábitos de la noche a la mañana no debe pillarnos con la guardia baja. En todo caso, adaptarnos a los cambios sutilmente puede ser nuestra salvación. Acogernos a estratagemas varias puede incluso ser beneficioso. Que si acordarnos en la vecindad sacar al perrito de uno un grupo de vecinos turnándonos. Que si salir con el coche un instante a ver cómo la calle se desenvuelve, eso sí, de uno en uno.

Todo esto es tan drástico, no sé, pero cuesta asimilarlo.

Tal vez si se hubieran tomado medidas de precaución semanas antes, se dice mucho, y así se atacan ideológicamente unos a otros. Pero es que de poco sirve la ideología o la política con la que está cayendo, señores.

Lo que sí sé es que esto, finalmente, repercutirá en los colectivos más desfavorecidos, y no me refiero solamente a personas de frágil salud y edad avanzada. Me refiero a las personas con enfermedad mental, que ya de por sí necesitan oxigenarse socialmente para su bienestar emocional, y con estas medidas de enclaustramiento van, vamos, a no estabilizarnos precisamente. O puede que en algunos casos la fortaleza salga a la luz, y la persona no se derrumbe. Pero, en general, creo que esta “reclusión” no es saludable per se.

Confiemos, no obstante, en que es por el bien de la nación, de las personas de nuestro entorno, que no salir va a ser un sacrificio compartido. Hay que evitar los confinamientos y aglomeraciones al salir a la calle, seguir las pautas de precaución a la hora de relacionarnos con otras personas, y no rezongar tanto con esto, que parece que es bastante serio.

Busco la palabra reclusión, y, según la RAE en su primera acepción es el encierro o prisión voluntaria o forzada. Quién nos iba a decir a nosotros hace unos cuantos días que nuestra libertad de movimientos se iría a ver tan coaccionada.

Pero más allá de los aspectos netamente negativos que va a tener en la economía todo esto de la crisis del coronavirus, debemos o deberíamos agradecer la salud de la que disponemos porque otras personas están falleciendo.

Agradezcamos, sin ninguna excusa, a todas esas personas que en estos días están desempeñando un papel fundamental para que nuestro sistema no colapse: al personal sanitario, a los agentes de la ley, a los transportistas, a las tiendas disponibles de alimentos y a su personal, a los cuidadores de personas dependientes, al personal de limpieza de calles y edificios, a los funcionarios públicos, a los funcionarios privados, y, en general, a todos aquéllos que se vean reflejados de alguna manera en el engranaje de la maquinaria estatal y por desconocimiento haya olvidado citar.

Me asomo a la ventana, y apenas algún coche trasiega por la calzada a estas horas. El ruido de algún camión, los focos de algún vehículo, son los únicos testigos de esta crisis sanitaria que tanto nos va a costar.


1 comentario:

  1. Hola primo, soy tu prima Mari Carmen. Gracias por tus palabras y tus textos y tus poesías. eres un ejemplo de persona cívica y consciente de lo que está ocurriendo y con tus palabras logras llevarnos a reflexiones que en el día a dia envaucados en mil cosas , pocas veces nos hacemos.
    No dejes de escribir, de crear aliciente a pensar , que ahora, y de forma forzosa, todos en la medida de lo posible estamos haciendo. Un besazo. tu prima Mari Carmen

    ResponderEliminar

Deja tu comentario...