sábado, 11 de marzo de 2023

SALTAR A CONCLUSIONES

 

Hoy, once de marzo de 2023, me dispongo a redactar, en este blog de a bordo, unas líneas a vuelapluma referentes a una cuestión no poco intrincada: cómo saltamos a conclusiones las personas en nuestra cotidianeidad, y cómo ello nos hace en dar malos entendidos.

 

Saltar a conclusiones, intentar descifrar enigmas por conjeturas o deducciones siempre lo hacemos, en mayor o menor medida, cuando nos embarga algún sentimiento de recelo, curiosidad, investigación, etc., y ponemos el punto de mira en nuestras hipótesis personales, culturales, sociales, políticas o vete tú a saber qué otro tipo, para resolverlos (los enigmas).

 

Cuando estoy, por ejemplo, muy ajetreado, y, por estrés, o por desorden, no encuentro algo que ando buscando a la primera, puede surgirme la tentación de echar la culpa a que alguien puede habérmelo cogido, pero si me tomo mi tiempo y vuelvo a mirar con más detenimiento, a analizar la situación, a hacer memoria y buscar con más sosiego, y voy y encuentro lo que busco, e ahí una muestra clara de una precipitación mental que se puede controlar.

 

Aunque, claro está, no siempre vamos a ser tan pacientes, al menos mostrémonos receptivos en cuanto a este respecto. Incluso habrá ocasiones en que en verdad uno pueda acertar y, por deducción, dar con el enigma, pero la prudencia es la madre de la ciencia, y la cautela y las pruebas sus subsiguientes consideraciones.

 

Seremos más o menos Sherlock Holmes dependiendo de nuestra actividad profesional. Estaremos más confiados en algo cuanto más sepamos sobre ello, y así cometeremos menos torpezas y/o inconvenientes. Pero en todo caso, si caemos en saltar a conclusiones y lo exteriorizamos lo mejor es utilizar el sentido del humor, a ser posible, una vez cometido el devaneo.

 

Pero bueno, yéndome a otros derroteros puedo colegir que también el salto a conclusiones puede ser grupal, colectivo, y por asuntos traumáticos. Referente a esto me viene a la cabeza, como trágico suceso, el referente a los atentados del 11 de marzo de 2004.

 

Fueron una serie de ataques terroristas en cuatro trenes de la red de Cercanías de la Comunidad de Madrid llevados a cabo por terroristas cercanos intelectualmente a Al Qaeda y al Grupo Islámico Combatiente Marroquí, según la sentencia de la Audiencia Nacional y la del Tribunal Supremo. Fallecieron 193 personas y alrededor de dos mil resultaron heridas.

 

Los atentados se produjeron tres días antes de las elecciones generales de 2004. Los dos principales partidos políticos españoles —Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE)— se acusaron mutuamente de ocultar o distorsionar información relativa a los atentados por razones electorales. Esta fue una de las causas por las que surgieron especulaciones sobre la investigación policial e instrucción sumarial, posteriormente denominadas teorías de la conspiración del 11M.

 

Por lo tanto, el salto a conclusiones, ciertamente, en casos como éste, puede no resultar tan intrascendente. Es decir, se corre un cierto riesgo de alambicarnos en nuestras teorías “conspiranoicas”, y afectar a terceros.

 

Que qué podemos hacer al respecto ante casos particularmente graves, pues la respuesta no la hay, siempre se insiste en la cautela, en dejar espacios de tiempo apropiados para la investigación, y en la esperanza de que se resolverán las cosas a bien.

 

No somos dioses los humanos, mas el respeto y el entendimiento sí que nos divinizan en cuanto a especie. Por eso ahorrémonos disgustos y empecemos a actuar como seres civilizados. Siempre nos ayudarán ramas como la psicología y la psiquiatría, al amparo en estos temas.

 

No saltemos tanto a conclusiones, o al menos hagámoslo en nuestros ámbitos privados, aunque, eso sí, eso no quita la libertad de expresión y de opinión, digo yo.

 

 

1 comentario:

  1. Mi comentario es que nunca debería de pasar estas tragedias por los seres humanos para evitar tanto sufrimiento

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