domingo, 20 de enero de 2013

El autobús urbano


Estos tiempos tan difíciles me dejan estupefacto mientras transcribo estas líneas. Me hallo en mi cocina, y escribiendo y oyendo la televisión, ejercicio dual del que disfruto con especial fruición, aunque ciertamente algo extraño, elucubro las ideas que esta mañana ya me sobrevenían al viajar por Toledo en el autobús urbano. Me digo a mí mismo cómo nuestra sociedad puede equilibrarse con la honorabilidad y ética que debe prevalecer en y para ella (en los empleos ciudadanos, en las empresas, los directivos, etc.,), contra la bajeza que inspira los más viles actos humanos (la corrupción, las estafas, los delitos) ya sea a un número reducido de afectados, o sea a un grupo de población importante.

Esta mañana he venido contemplando cómo armónicamente yo, mis compañeros y resto de gente nos íbamos emplazando en el autobús urbano, y he ido cavilando para escribir estas líneas, como ya decía. Cada uno, pensaba para mis adentros, tiene su misión, su empleo, su cometido. O al menos, como en las leyes de tráfico, respeta las leyes que la sociedad le exige, con derechos y deberes que todos tenemos que acatar, por el bien común.

Pero como viene ocurriendo estos últimos años, han proliferado mucho las cadenas televisivas de denuncia social que nos ponen al tanto de los escándalos más novedosos de nuestros políticos. O de los trapicheos de los bancos. En consecuencia para no dejarse afectar excesivamente por ninguna ideología extremada, el ciudadano medio ha de meditar, cavilar, informarse, orientarse y reflexionar con argumentos sobre las materias sobre las que quiera sacar partido. La cultura ayuda mucho en estos tiempos de saturación de información, pero siempre de manera organizada. Y sobre todo, saber elegir de entre todas las opciones la que más te interesa, es decir, saber seleccionar, te abre las puertas al conocimiento.

Mientras viajaba en el autobús urbano, también he apreciado el ambiente llano de la sociedad española, el que más valoro, el que mueve los resortes de dicha sociedad y hace que ésta funcione, con su manto de dignidad y ganas de trabajar.

En conclusión, aunque en el sistema se cuelen aspectos negativos inevitables por el ser mismo de la condición humana, siempre serán contrarrestados por los aspectos positivos que harán que el sistema pueda seguir funcionando, confiando en el progreso, para cada vez reducir los aspectos negativos e incrementar los positivos.

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