domingo, 12 de febrero de 2017

LA VOLUNTAD

Hoy, último domingo de 2017, acrisolo mi voluntad de escribir respecto a lo que, filosóficamente diría, determina nuestra actitud: la voluntad.

Marcarse una meta realista enciende nuestro ánimo, provoca que nos pongamos a hacer algo, o, en todo caso, a disponernos a realizar alguna tarea, alguna actividad.

Si, ya sea porque somos algo volubles, o “bipolares” en exceso, o porque cuando nos entusiasmamos por algo lo iniciamos con mucha ilusión, y, luego no nos salen al final las cosas como deseábamos, no podemos decaernos en la deriva de la pasividad, negándonos nuevos retos, porque, al fin y al cabo, con voluntad hay que emprender nuevos desafíos.

Evitando lo que nos cuesta nos podemos volver, válgame el extremo, “vegetales”.

Aun con alguna enfermedad el ser humano debe visionar su existencia con ilusiones. Ésas que hacen levantarnos de la cama, motivarnos, decir sí ante lo que pueda sucedernos.

Si, como decía antes, eufóricos emprendemos algún proyecto y no nos sale al final como queríamos, no podemos rendirnos, hay que extraer de nuestro ser nuevas expectativas, aunque a veces el vértigo de la montaña rusa de las emociones nos sobrecoja.

Es que la vida es así; levantarnos, caer, volvernos a levantar, andar cuanto sea posible, procurar tropezar lo menos que podamos, no dejándonos embargar por la desesperanza.

El mismo hecho de activarnos por alguna ilusión nos hace más positivos, y, mientras nos ocupamos con algo, vivimos experiencias, nos relacionamos con los demás, y crecemos como personas.

Claro que no todo puede salirnos como esperábamos, pero si no lo intentamos no viviremos sino apáticos, aburridos.

Se evita la abulia mirando el presente, el aquí, el ahora, con voluntad, y eso lo vemos hasta en las personas mayores que se ponen a estudiar, a aprender hasta sus últimos días.

Procuremos controlar, pues, los estados de ánimo extremos, y, en consecuencia, “autocontrolemos” nuestras emociones lo mejor que podamos.

No es cuestión de vivir al límite, con intensidad delirante los acontecimientos que nos surjan. Un justo equilibrio, una ansiedad moderada, confiando en nosotros mismos y en los demás, nos hacen vivir las nuevas experiencias, aun con enfermedad mental, de manera más sana y menos irritante.

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