domingo, 12 de febrero de 2017

UN MARCIANO

¿Acaso soy un marciano? ¿Una aguja entre tanto grano? ¿Una especie de mártir de mano en mano?

El ser humano, hipócrita, en la medida en que sus posibilidades nos lo permiten. Si escribo es por mí mismo, y es que, como agraciado en materia gris, o puede que sea una fantasía ilusiva, veo que todos nosotros cuidamos nuestro lenguaje según a quién nos refiramos.

Vamos a nuestro interés, es cuestión de supervivencia, y, si nos sobra algo de éste, lo regalamos, lo prestamos, lo vendemos, sea a nuestros hijos, padres, familiares, conocidos, amigos.

La familia, la estructura más cohesionada en los tiempos que corren. Nos apoyamos, nos unimos, nos ayudamos, viendo en el horizonte del porvenir la incertidumbre de la que no podemos escabullirnos.

Un país, una nación, un estado, una región, una provincia, un municipio, una ideología, elementos cohesionadores no desprovistos de escaramuzas.

Si yo me siento marciano, si otros creen que así lo soy, si, observando, compruebo que no me diferencio mucho del resto del mundo y, que soy uno más en el vasto imperio global, consecuentemente me desengaño y dejo de mantenerme en tan narcisista esfera.

Pecados más o menos veniales, acusaciones maliciosas, argumentos inconcluyentes, nos disparamos en nuestros rifirrafes existenciales. Pero, al final, deparamos en nuestra humana condición, y, tras ejercicios autorreflexivos, vamos perdonándonos y nos van perdonando.

Sentirse uno diferente en un momento dado, un marciano en un planeta ajeno a él, no siempre nos hace sentir bien, o alza nuestro ego. Descender de las nubes gloriosas de nuestro ser para empatizar con nuestros prójimos más cercanos nos proporciona valiosa información. Sin comunicación, sin asertividad, ¿dónde vamos?

Barreras incongruentes e irreales limitan nuestras posibilidades. Tras el temporal viene la calma. Tras la discusión la reflexión, el entendimiento, para no matarnos, no estrangularnos verbalmente.

Soy yo mismo, Pedro Domingo, y no puedo ser otro. Defender mis derechos, cumplir mis obligaciones, vital para la convivencia ya sea en el hogar, en la ciudad, en la localidad, en la provincia, en la región, en la nación, en el mundo; arrimándome a la opinión, a la ideología que más me convenza.

Marcianos somos todos. Somos iguales, somos diferentes, somos nosotros con nuestras cualidades, con nuestros defectos.

Una persona, un ser humano, un marciano dentro y fuera de nuestras fronteras mentales.

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