Son la risa y la ciencia
medicinas y recetas
del salubre orador,
del asceta que es poeta.
Son la lengua y el sabor
suficientes sugerencias
para bien comer y a gusto,
de quien habla y respeta.
Son las luces de mi mente
las que saben dar respuesta
a las ansias maniqueas
de la vida en mi planeta.
Son rimar en paz y a espuertas
las palabras que apetezca
una dulce sensación,
un capricho a mi cabeza.
Son la libre ideación
y las ganas unas metas
que ociosean la labor
de quien sueña ser poeta.
Y el azar una ilusión,
y las reglas muy diversas,
y los nombres y sus letras
las palabras en sí puestas.
Son la lengua y el saber
lo que uno interpreta
cuando lee emocionado
una obra que respeta.
Soy yo libre en mi huerta,
soy yo mismo exegeta,
cuando rimo sin cesar
y pretendo ser poeta.
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