Dividimos a las
personas en “clases sociales”; y a veces no miramos el daño que eso hace.
Dividimos a las
personas en “clases sociales”; “tú un fracaso”; “tú amable”; “tú un alcalde”;
“tú un don nadie”.
El dinero dividiendo
y haciendo sus males; la envidia corroyendo, y así todos miserables.
Dividimos a las
personas en castas raciales; en castas dispares de orientaciones sexuales.
Dividimos y
dividimos, ¿y nosotros?; a la postre también somos etiquetables; no ofendas
tanto y no te ofenderá nadie.
Tantas etiquetas,
tantas variedades; “tú fulana guarra”; “tú vegano acre”; “tú bollera indigna”;
“tú servil compadre”.
Somos de Dios hijos;
no seamos infernales; no vayamos segregando, no seamos despreciables.
Porque al fin y al cabo
el daño pesa en el corazón, cuando nos infaman y señalan a traición.
No somos todos
iguales, pero allá en el interior, allí el juicio se madura y se ve el color
mejor.
Dividamos sin
prejuicios, dividamos sin rencor; porque somos carne falible y dignataria de El
Señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario...