Hoy, día 28 de
diciembre de 2018, frente a las teclas recapitulo y hago cavilaciones de lo que
este año que ya está por terminar, me ha sugerido.
Un año de lluvias, de
impresiones en las televisiones, en los medios, de conflictos, de moción de
censura, de milagros, de alegrías, y de tristezas.
Una alegría podría
atribuirla a la concordia ciudadana de nuestro país, pese a los golpes que el
separatismo de Cataluña arrea con sus pulsos identitarios.
En las televisiones impresiona
la variedad de contenidos de los que se puede hacer uso, eligiendo el canal más
acorde a tus intereses e ideas entre las gama que ofrece la televisión digital
terrestre. Aunque, si le añadimos la conectividad a internet el resultado
abruma por la sobreinformación y opcionalidad que acarrea el simple hecho de
poder elegir qué ver y cuándo al espectador que, no olvidemos, es un simple
humano, no una máquina de digerir imágenes.
Un año de lluvias
consuetudinarias, regando la geografía española con abundantes precipitaciones
y con una frecuencia sobresaliente si la comparamos con los años anteriores del
siglo presente.
Nuestra hermana
Venezuela continúa con su (des)gobierno apabullante, con la inflación que la
está empobreciendo y causando un éxodo sin parangón en su historia reciente.
Milagros también han
ocurrido, un ejemplo de ellos, sin duda, fue el rescate de los niños
tailandeses de esa cueva en la que se adentraron guareciéndose de la lluvia del
monzón que asolaba en esas fechas. Tuvo en vilo al mundo durante los días en
los que se estudiaron, con una cooperación admirable entre muchas entidades, la
forma de rescatarlos por las grutas inundadas de ese rompecabezas de galerías
que exigían conocimientos de buceo exigentes. Merecido elogio al buceador que
perdió su vida en las labores de rescate. Reproche al joven monitor que los
condujo a esa boca del lobo de la que, por fortuna, salieron bien parados.
Eventos deportivos a
raudales ha habido. Señalar cómo Carolina Marín no ha defraudado tampoco este
año en bádminton a nivel mundial. Rafa Nadal continúa su epopeya tenística, o
Mireia Belmonte sigue arrasando en natación, por poner tres ejemplos notorios.
Una tristeza
conmovedora fue el desenlace, en marzo, de la búsqueda del niño Gabriel. Níjar
se llevó un palo al descubrir que la novia, que no la madre, del padre del
pequeño en esas fechas, había sido la autora de su asesinato.
También, a nivel
político, el tsunami de la moción de censura de Pedro Sánchez al hasta entonces
presidente Mariano Rajoy, acaparó las noticias de ese comienzo de junio en
España. Esto ha supuesto un revuelo a nivel ciudadano también muy notorio, ya
que, apoyado por socios de muy cuestionable catadura, el líder socialista
accedió al poder sin necesidad de elecciones, cosa hasta entonces inédita en
nuestra joven democracia.
Y los conflictos
migratorios, por llamarlos de alguna manera, tampoco han faltado, y continuarán
estando ahí. Estados Unidos, con Trump a la cabeza, salvaguardando sus
fronteras de formas tan polémicas como discutibles. El empeño del líder
americano por impedir que atraviesen su país personas que buscan un futuro
mejor, oriundas de países como Guatemala, pero sin respetar los procedimientos
legales oficiales, genera gran polémica sobre el trato humano en ese contexto.
En España, respecto a un tema similar, se muestra receptiva, quizá en demasía,
ante la avalancha migratoria que este año nos ha tocado.
Y es que el año que
está por terminar no deja de ser un periodo de tiempo que, de distintas
maneras, nos repercute a cada uno. Unos más mayores, otros más jóvenes; unos,
hombres, las otras, mujeres; unos más sanos, otros más enfermos o delicados de
salud; y así, etcétera.
Sólo me queda por pedir
que el año que entra no nos depare grandes disgustos. Que los que padezcamos
alguna patología, sea la que sea, no nos arrastre al pesimismo. Que miremos el
lado bonito de la existencia. Y que continuemos, con nuestra energía, elevando
nuestro ánimo y el de los demás. Peticiones que en buena medida dependen de
nuestra actitud y de las circunstancias que el tiempo nos vaya deparando.
Adiós 2018. Hola 2019.
Feliz año entrante y fraternidad, alegría y paz para el mundo.
Gran reflexion, que comparto en gran medida. Es un placer leerle. Felices Fiestas.
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