El
materialismo exacerbado que recogemos como herencia de la cultura
capitalista, nos ciega, a unos más que a otros, de tal manera que nos hace
suspicaces y desconfiados. Nos encerramos con nuestras posesiones, alimentando
la avaricia y la codicia desmesuradamente en nuestros espíritus.
Cuando
este hecho alcanza cotas desorbitadas, llegando a desviarnos mentalmente hacia
el Síndrome de Diógenes, no sólo nublamos la razón y colapsamos nuestras
balanzas emocionales, sino que perdemos el entendimiento equilibrado entre saber
guardar lo que precisamos, e invalidándonos para saber deshacernos de lo que no
precisamos, y, además nos estorba y/o nos resulta antihigiénico, insalubre
(guardar envases vacíos de productos ya consumidos, no querer tirar a la basura
lo ya inservible).
La
misantropía, por su parte, nos hace insociables, ásperos en el trato,
lacónicos, solitarios. Rehuimos hasta para hablar con otras personas. No es
sana, y, como en el materialismo antes citado, en su extremo hace perder el
norte de quien la padece. Mas, con tanta tecnología, es tan posible llegar a
ella como a saber usarla (la tecnología) en su contra.
Si
nos encerramos en los mundos virtuales de Internet, si no se nos enseña a
hablar con los demás de tú a tú, no podremos resolver problemas como ir a hacer
la compra, encontrar un empleo, ir a la consulta del médico para explicarle,
así, lo que nos aqueja, etc. Además veremos el mundo ante nosotros cada vez más
hostil, y nos frustraremos por no poder hablar con nadie, hacer amigos,
encontrar pareja.
El
consumismo desenfrenado es otra patología que nos puede hacer egoístas e
insaciables, vulnerables ante querer ir a la moda, probarlo todo, estar a la
última, empezar muchas actividades y dejarlas a medias, no satisfaciendo
plenamente nuestros vacíos internos.
El
consumismo se contrarresta con el buen criterio de seleccionar lo que realmente
precisamos, con una sana austeridad, con un pensar con paciencia lo que nos
hará falta en el mañana.
No
podemos volvernos impacientes, desvalorando nuestros bienes recién adquiridos y
sustituyéndolos precozmente con otros por nuestros apetitos esporádicos, por
querer probar muchas cosas y no contentarnos con ninguna.
El
materialismo, la misantropía, el consumismo, pues, tres aspectos que he
analizado con mis palabras como creo es más correcto. Saludos.
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