Ya
estamos en 2018. Las navidades se han terminado. Fríos y nevadas arrecian las
carreteras españolas, dificultando la circulación. Mas siempre tras la
inclemencia sale el sol.
Las
mareas se embrutecen con la borrasca, y es mejor resguardarse en el cobijo
hogareño cuando no podemos salir a realizar actividades al aire libre.
Pero
otro año se abre paso, y cada cual adquiere sus compromisos vitales,
deparándonos la vida una suerte inusitada de quimeras y despropósitos.
Y
ahí uno espera que, según avance el año, las cosas le salgan medianamente bien,
o que no vaya a peor. Pero es que si empiezas este año con el resfriado
mayúsculo, es mejor pensar que este mal trago de la salud no sea solo un
anticipo de lo que nos va a tocar en suerte.
La
vida sigue rodando, mágica, con sus encantos y desencantos, para que sea
sentida colectivamente, transmitida sus vivencias, como misterio que es, en
especial a sus más mimados seres por estar dotados de sensibilidad y mente
racional para percibir el paso del tiempo y el cambio de las cosas y el
entorno, o sea, la raza humana.
Por
ende, vidas, humanas, las hay tan dispares y peculiares como lo puedan ser sus
características intrínsecas: según la etnia, el país, el sexo, la edad que se
vaya teniendo, las ideas de cada cual, etc., dándonos lugar a un crisol de
personas a nivel mundial abrumador.
Esperemos
que como civilización avanzada del cosmos que por ahora pensamos que somos no
nos inclinemos, como hay indicios palpables de ello brotando, a retroceder lo
andado, a auto-aniquilarnos en nuestros egoísmos individualistas, a desvencijar
a la madre tierra de sus posesiones legítimas.
Que
se supere el resfriado y la tormenta de los tiempos tan cruciales que a la
humanidad le va tocando afrontar es la esperanza en una tecnología limpia,
sostenible, que nos impulse hacia un mundo más rico y próspero, más
igualitario, menos desigual.
Habrá
que ver el vaso medio lleno de cara a las próximas generaciones para poder
resguardarnos, a la postre, de la iniquidad amenazante.
Para
ello reactivarnos moral y espiritualmente será indispensable, como vacuna
contra los virus del alma.
Somos,
en consecuencia, una gran masa de seres vivientes, racionales, de los que se
espera un gran legado. No tiremos por la borda tantos éxitos. Como mundo único
que es este planeta pervivamos vehementemente. Que se pase el resfriado.
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