Enséñame
a vivir, destino manifiesto, torpeza del sentir,
verano
de mi cuerpo, intrépido en esquí.
Enséñame
a vivir, imperfecta autoestima, con dudas al pilpil,
con
buenas intenciones, con ganas de existir.
Enséñame
a vivir, oh, tiempo de mi vida, espacio tan sutil,
espejo
que me cuida, estampa del visir.
Enséñame
a vivir, melifluo día a día, o sierpe del sufrir,
arrollo
que me guía, agüita de abril.
Enséñame
a vivir, con ánimo moderado, con modales que erguir,
con
buenos planteamientos, pensamientos cientos, mil.
Enséñame
a vivir, oh, sino de lo ignoto, oh, tiempo por venir,
oh,
puros terremotos, afrentas que asentir.
Enséñame
a vivir, edad que me transita, experiencia que me aplica,
entendimiento
que ennoblece al alma del candil.
Enséñame
a vivir, oh, lengua del país, oh, pueblo de raíz,
oh,
entrañas que hay en mí.
Enséñame
a vivir, poesía varonil, el romance no aleatorio,
y
lleno de matiz.
Enséñame
a vivir, esencia del destino, escriba del sinfín,
poeta
en carne y hueso, audaz al escribir.
Enséñame
a escribir, con esto y con aquello, con cierto porvenir,
con
ritmo y solfeo que sepa transcribir.
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