***
Para Lucía:
Hola, cariño, siento haber tardado tanto
en poderme comunicar contigo. Han pasado doce años desde que tuve que
abandonaros a ti y a tu madre, no por capricho, sino porque corría peligro mi
vida.
Si todo ha salido como esperaba esta
carta habrá llegado a la casa de Ernesto el primer sábado del mes de junio del
presente año.
De esta manera confirmo que no fui
asesinado, más bien víctima de un complot organizado por el jefe de la empresa
donde trabajaba.
Ricardo, mi jefe en la editorial La
Isla, se creía que si yo seguía mejorando en mi técnica poética en lo
concerniente al paisajismo manchego, quedaría su papel en la empresa
desplazado, desestimado, pues él, parece ser, también era aficionado a la
poesía paisajística de La Mancha, por lo cual ambos éramos rivales si no
enconados, sí literarios.
Yo, no obstante, fui haciéndome popular
progresivamente por mis poemas, regalándolos a familiares y vecinos, y
llevándolos a algún medio ajeno a la empresa donde trabajaba.
Ricardo, un día, parece ser enterándose
por algún familiar, creyó sentirse a su vez víctima de críticas maliciosas que,
según ese familiar, yo le dirigía para hacer propaganda de mi poesía.
Con ese envenenamiento que un tercero
puede hacer sobre una persona, Ricardo, desesperado, decidió contratar a un
matón un día dado, para que me diese una paliza.
Sin embargo, este matón, que no era más
que un joven fornido llamado Manuel, la noche donde supuestamente los hechos
acaecieron para mi desgracia, no transcurrió como oficialmente se divulgó por
el pueblo.
Manuel era un joven deportista,
inclinado al boxeo. Él, de familia humilde pero religiosa, andaba por aquellos
tiempos necesitado de dinero. El ofrecimiento de Ricardo, el editorialista,
conocido de su padre, le empujó a un dilema por el que se tenía que decidir.
La noche de “mi paliza” se hizo
inminente, y, Manuel, sabiendo a qué hora llegaba yo a casa del trabajo, me
esperó la noche de entonces en una bocacalle por la que por obligación se me
hacía pasar.
Lo que a continuación me ocurrió lo
tendréis que averiguar entre los dos. Precisamente Manuel es una persona muy
cercana a vosotros, y es la que me ha hecho saber, precisamente, que andabais
juntos.
Espero que nos encontremos pronto, pero
por ahora hasta aquí puedo hablar. Es mejor que vayamos poco a poco
desvelándoos lo que realmente sucedió y cómo quiere solucionarse.