He perdido mi
autoestima,
he acabado en la
ruina,
del pasivo lamentar,
de mis penas y
manías.
He llegado a la
cima,
de ilusiones no
vividas,
de temores y
complejos,
que se hacen a
medida.
Vida amarga día a
día,
sin apenas alegrías,
con renuentes
esperanzas,
en felices
compañías.
Como espectro hago
mías,
las pulsiones de
agonía,
al hablar sin
energía,
con la gente que me
cuida.
¡Viva el cielo!, viva
el clímax,
de momentos de
alegría,
de ansiadas fantasías,
de mi propia
autoestima.
Viva el verso y su
rima,
el mañana de mi
vida,
el amor que me
valdría,
una amante como
amiga.
Es mi arte la
poesía,
y mi cárcel la
aporía,
de ser fuerte cuando
débil,
yo extravío mi
autoestima.
Yo cavilo con mi
lira,
con anuencia
desmedida,
ser poeta en un
mundo,
que castigue las
mentiras.
Yo cerceno
añoranzas,
cuando vivo mi
alegría,
sin pasivos
lamentares,
reencontrando mi
autoestima.
Yo consigo mi
armonía,
escribiendo poesía,
con alegres
sintonías,
ya sin penas ni
manías.
Para siempre la
autoestima,
que redunde sin
manías,
en los tiempos que
nos tocan,
en familia que se
diga.
He encontrado mi
autoestima,
he acabado en la
cima,
del alegre caminar,
de mis dichas
conseguidas.