viernes, 21 de octubre de 2016

EL MUNDO



Constelaciones las personas formamos
en la Tierra y los ambientes,
agrupadas en galaxias,
en culturas diferentes.

Es la Tierra universo
de estrellas diferentes,
de galaxias agrupadas
con ideas consecuentes.

Las culturas son luceros,
los planetas son las gentes;
los problemas explosiones
más o menos inminentes.

Son satélites las proles
orbitando el presente,
recorriendo intrincadas
pesadumbres y deleites.

Son las vidas temporales,
los cometas son torrentes
de momentos delicados,
de tensiones diferentes.

Son las lluvias de estrellas
refulgencias atrayentes;
son vistosas las riquezas
encontradas en las mentes.

Meteoritos los disgustos
que nos chocan de repente;
imprevistos achacosos
los posibles accidentes.

Es el sol nuestro lucero,
la nación que se defiende
con personas agrupadas,
con sistemas influyentes.

Vida y muerte es el ciclo
de los seres inmanentes,
de las penas y desdichas
ocurridas y ocurrentes.

Es el cosmos nuestro aire,
el aliento divergente;
la suplida perspicacia
el aroma inteligente.

En el este el oriente,
el oeste en occidente,
se enriquecen comerciando
sus productos mutuamente.

Es el ego astro grande,
más o menos diferente;
es el Cielo una promesa
en la fe que se profese.

Dios creído, Dios ingente,
administra diferentes
religiones y creencias,
misticismos concluyentes.

El humano es el brote
de la vida inteligente;
es el hijo el descendiente
de la raza inherente.

El vacío es lo inerte,
la materia que no siente;
el espacio la distancia
que separa nuestra suerte.

Es la Tierra universo,
es milagro permanente;
es el mundo odisea
del humano resistente.

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