sábado, 10 de diciembre de 2016

LO QUE SE DICE

No pensar lo que se dice,
no decir lo que se piensa,
comparamos nuestros egos,
destilamos excrecencias.

Ser callado no es tan malo,
favorece la prudencia,
si pensamos con cautela
nuestras voces y creencias.

Los locuaces parlanchines,
los hablantes sin conciencia,
los cohibidos peregrinos,
mucho o poco dan sapiencia.

Si hablamos quedamente,
si voceamos con urgencia,
coloridas y diversas
encontramos las respuestas.

Sí pensar lo que se dice,
sí decir lo que se piensa,
puede darnos un alivio,
puede sernos imprudencia.

Compartir lo que se siente,
evocar reminiscencias,
dan coloquios agradables,
o dolores de cabeza.

El lugar, la circunstancia,
lo expresado con sentencia,
nos anima a dialogar,
nos evade, influencia.

Libertad para expresar
en tertulias, conferencias,
es derecho en el mundo
que respeta y que piensa.

Escribiendo como hablando
los artistas y/o la prensa,
nos completa y emociona,
nos cautiva, o molesta.

El cantante canta hablando,
el leído lee e interpreta,
el que quiere dialogar
no se calla, sí comenta.

Para hablar, para escuchar,
o aprender es conveniencia
ser experto emocional,
o, al menos, sin vergüenza.

Sí pensar lo que se dice,
no decir lo que se piensa,
formas varias, u opuestas,
del mensaje, o su ausencia.

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