Despejada la cabeza,
lo difícil es
simpleza,
lo enojoso es sin
queja,
lo dudoso se
dispersa.
Despejada la cabeza,
brilla el tino y
viveza,
el acierto y la
fuerza,
el objeto que
deseas.
Despejada la cabeza,
hace versos el
poeta,
poemillas a
espuertas,
en libretos de
grandeza.
Despejada la cabeza,
el obrero se
esfuerza,
en hacer de su
oficio,
digna vida que
merezca.
Despojada la cabeza,
rinde mucho la
“mollera”,
con vigor y con
sapiencia,
en problemas de
conciencia.
Despejada la cabeza,
se consiguen las
proezas,
desafíos que
alimentan,
en el tiempo que
trasiegan.
Despejada la cabeza,
el temor que
atormenta,
disminuye en
frecuencia,
y espabila la
consciencia.
Despejada la cabeza,
el currante se
entrega,
y prospera en
hacienda,
con el tiempo y
paciencia.
Despejada la cabeza,
ve más claro el
asceta,
lo valora el
profeta,
en sus dichos y
creencias.
Despejada la cabeza,
uno avanza con
estrella,
sin envidias u
ocurrencias,
que devoran las
conciencias.
Despejada la cabeza,
uno chico a grande
llega,
se maduran las
vivencias,
que se viven con
entrega.
Despejada la cabeza,
las migrañas se
alejan,
los “entuertos” se
disgregan,
y las paces se
conllevan.
Despejada la cabeza,
el furioso de la
Tierra,
poco a poco se
serena,
y en calma se
sosiega.
Despejada la cabeza,
surgen mitos y
leyendas,
de escritores y
poetas,
en lectores del
planeta.
Despejada la cabeza,
uno vive sus
tristezas,
más ufano y atleta,
contra el llano que
se cierna.
Despejada la cabeza,
uno avanza cual
cometa,
del espacio que
apetezca,
con el brío muy de
cerca.
Despejada la cabeza,
yo termino el poema,
con sus rimas
circunspectas,
en lectores que se
atrevan.
Despejada la cabeza,
vive sano si es tu
meta,
no envenenes con tu
jeta,
a la gente que te
aprecia.
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