domingo, 13 de noviembre de 2016

TARDE NUBLADA DE PRIMAVERA

Si la tarde soleada embriaga, la tarde nublada amansa con taciturnas reflexiones  al corazón inquieto.
Las horas mansas pasan, las hojas y flores que brotan de los árboles tiemblan con el aire, como soplo mágico de irreales fauces. Llovizna que salpica, guarécete Federica; chaparrón que azota, cobíjate Carlota.
Los descampados de Consuegra tienen sus rarezas. Ecosistemas muy diversos, a saber:
Por aquí un campillo, corre que te pillo; por allá un vertedero; ve y esconde al perro. Más allá de rimas vulgares, hay campos de siembra, el cerro Calderico con el castillo de La Muela (y los molinos), un río que fluye con las lluvias, y los viñedos y olivares, si contar queremos por igual a esta tierra sin igual.
Tarde nublada de primavera, ¿qué deparas con tu velo de misterio y tus greñas? Salir el sol no se atreve por pereza ¿o acaso sea por tristeza?
No te olvides Magdalena, que tu nombre es de doncella, de doncella bien comida, que del horno de cocina se zampó cuatro tortillas.
El ocaso se aproxima, las nubes se vuelven grises, el cielo ennegrece, y los chistes que se cuentan en la tripa se revuelven.

La tarde amena aleja las penas, y las dichas vivifican si las sabes atrapar.

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