Qué fácil ir hablando sin que nada asumamos,
qué fácil bagatelas ir lanzando chabacano.
Qué fácil ser un vástago de linaje mundano,
cuán difícil ver un rey que trabaje con sus manos.
Qué ególatra mirarse en el agua uno llano,
y arreglarse y encerrarse lo que calla inhumano.
Qué procaz es la blasfemia, qué premiado el arcano,
qué inútil ir rimando sin sentirse emocionado.
Qué desguace más montano ir fumando e injuriando,
qué esclavo el verso libre amarrado al rimado.
Qué injerencia comentar a espaldas cuando vamos
trasgrediendo nuestra honra, reprochando al de al lado.
Qué inservible es ir limpio en la cuadra que adornamos
con adornos y alambiques lo que a otros deseamos.
Qué irrespeto el nepotista que se siente solidario,
que pregona su trabajo enchufando a su hermano.
Qué impureza más notoria lleva el filtro del rebaño,
que predica la limpieza ensuciando a todo trapo.
Qué difícil ser poeta eficiente y cotidiano,
no comerse la cabeza y ceñirse a su tramo.
Qué versitos más fugaces, qué locura ir rimando,
qué manera de ocuparme con el alma lucubrando.
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