domingo, 29 de abril de 2018

LUCÍA Y ERNESTO 10ª ENTREGA

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Para Lucía:

Hola, cariño, siento haber tardado tanto en poderme comunicar contigo. Han pasado doce años desde que tuve que abandonaros a ti y a tu madre, no por capricho, sino porque corría peligro mi vida.

Si todo ha salido como esperaba esta carta habrá llegado a la casa de Ernesto el primer sábado del mes de junio del presente año.

De esta manera confirmo que no fui asesinado, más bien víctima de un complot organizado por el jefe de la empresa donde trabajaba.

Ricardo, mi jefe en la editorial La Isla, se creía que si yo seguía mejorando en mi técnica poética en lo concerniente al paisajismo manchego, quedaría su papel en la empresa desplazado, desestimado, pues él, parece ser, también era aficionado a la poesía paisajística de La Mancha, por lo cual ambos éramos rivales si no enconados, sí literarios.

Yo, no obstante, fui haciéndome popular progresivamente por mis poemas, regalándolos a familiares y vecinos, y llevándolos a algún medio ajeno a la empresa donde trabajaba.

Ricardo, un día, parece ser enterándose por algún familiar, creyó sentirse a su vez víctima de críticas maliciosas que, según ese familiar, yo le dirigía para hacer propaganda de mi poesía.

Con ese envenenamiento que un tercero puede hacer sobre una persona, Ricardo, desesperado, decidió contratar a un matón un día dado, para que me diese una paliza.

Sin embargo, este matón, que no era más que un joven fornido llamado Manuel, la noche donde supuestamente los hechos acaecieron para mi desgracia, no transcurrió como oficialmente se divulgó por el pueblo.

Manuel era un joven deportista, inclinado al boxeo. Él, de familia humilde pero religiosa, andaba por aquellos tiempos necesitado de dinero. El ofrecimiento de Ricardo, el editorialista, conocido de su padre, le empujó a un dilema por el que se tenía que decidir.

La noche de “mi paliza” se hizo inminente, y, Manuel, sabiendo a qué hora llegaba yo a casa del trabajo, me esperó la noche de entonces en una bocacalle por la que por obligación se me hacía pasar.

Lo que a continuación me ocurrió lo tendréis que averiguar entre los dos. Precisamente Manuel es una persona muy cercana a vosotros, y es la que me ha hecho saber, precisamente, que andabais juntos.

Espero que nos encontremos pronto, pero por ahora hasta aquí puedo hablar. Es mejor que vayamos poco a poco desvelándoos lo que realmente sucedió y cómo quiere solucionarse.


sábado, 28 de abril de 2018

POEMA DEDICADO A CERVANTES

España fue su cuna, a veces fue su cárcel,
su vida fue muy dura, batallas por delante,
mas supo ilustrarse, constante en las artes,
sus obras literarias perduran en las clases.

Cervantes nunca antes tan lejos fue garante,
de obra que famosa por tiempos perdurase,
de obra extendida que se publicase,
en idiomas tan diversos, en idiomas tan dispares.

Cervantes fue amante de las letras castellanas,
en sus cautiverios encontraba ganas,
donde reflejarse e inventar andanzas,
del Quijote inquieto, de la Mancha hispana.

Era un maestro de la lengua castellana,
dominaba el verso y la prosa castas,
era un ingenio de refranes cientos,
en sus cuentos hay los tantos con acierto.

En Lepanto un brazo dio por ser guerrero,
tuvo que dar gracias por ser el izquierdo,
y poder seguir por ello escribiendo,
las andanzas miles de sus largos cuentos.

Fue de los piratas “un buen prisionero”,
no tuvo excusa, no tuvo remedio,
una temporada, años que con ellos,
vida compartía, lejos de sus sueños.

Pero revivía tras sus “contratiempos”,
escribiendo historias de sus desencuentros,
inspirado de ellos como de un espejo,
para desahogarse y sentirse bueno.

El Quijote y Sancho, de la Mancha sendos,
es su obra cumbre, su mayor talento,
popular en mundo como pocos “cuentos”,
muestra como somos de raros y serios.

Lo digo en broma porque es muy divertida,
esta larga obra, sin maldad ni ira,
que muestra al hombre en su sin sentida,
gana de ser noble, siendo “discutida”.

Es Cervantes grande, cierto y sin mentira,
quien maneja idioma con una maestría,
poco igualable en sus obras pías,
que al castellano da la vida misma.

Somos los poetas los que escribimos,
nuestras emociones con nuestros realismos,
esta oda a Cervantes yo se la dedico,
gracias por tus obras, “rico entre los ricos”.

domingo, 22 de abril de 2018

LOS PREJUICIOS


Si los prejuicios no pueden contigo tienes un punto a tu favor.

Si los prejuicios son malentendidos, destiérralos, por favor.

Prejuicios que llevan un camino, elúdelos, ignóralos.

Prejuicios que suenan divinos, no los creas, que es peor.

Prejuicios varios y dañinos en el mundo giran con ardor.

Nos asfixian y aniquilan, acomplejan, creo yo.

No darles coba es lo más sano, ni aliento, ni calor.

Los prejuicios son de uno una ilusa ilusión.

No pensar anticipado, informarse, es mejor, no sacar las conclusiones que terminan en rencor.

Prejuzgadas situaciones, ilusiones del amor, no te creas un valiente cuando temes el dolor.

Prejuiciosas las envidias, el cinismo ulterior, los posibles comentarios, el creer o no en Dios.

Los prejuicios mamarrachos, la venganza sin razón, la verdad que en sí no avanza cuando piensas lo peor.

No prejuzgues a lo tonto, piensa antes, digo yo, que bien puede en futuro uno estar en situación.

Mas así nos van las cosas, más mejor o más peor, prejuzgando en ocasiones, mas en otras tal vez no.

El prejuicio es de humanos, de sapiencias de interior, de uno solo, o de muchos, de intelecto excretor.


LUCÍA Y ERNESTO 9ª ENTREGA

4

El sol amanece radiante en un nuevo día que se abre paso. El tiempo ha ido pasando frugalmente en la localidad para Lucía y Ernesto. Ha pasado ya algo más de un año y, contra todo pronóstico, la convivencia de la pareja a que damos protagonismo ha resultado recíprocamente positiva en ambos. La tez de Ernesto ha ganado color, y, nuestra entrañable Lucía, vestida usualmente de manera austera y pudorosa, empieza a interesarse gradualmente por un vestuario más jovial y desenfadado.

-Pásame el azúcar, anda –Ernesto dirigiéndose jovialmente a su amiga reclama un bote de cristal tallado donde guardan la sustancia citada.
-Toma, Nesto, que edulcoras el almuerzo –le habla Lucía, dándole el azúcar.
-Lucy, vayamos hoy de compras a Toledo, que el tiempo es perfecto.
-De acuerdo, trovador, animando tú mis días, con tu risa y tus cuentos.
-Nesto quiere ropa, Nesto quiere esto, sábado de sol, sábado en efecto.
-Bueno, poeta, que hacemos de los días momentos superpuestos –cavila ligeramente Lucía, siguiéndole el rollo a su pareja.
-Lucy, guapetona, podemos ir a “La luz del Tajo” para ver qué ropa te gusta más –Ernesto apela a Lucía.
-Sí, que ya me va haciendo falta algún vestido bonito –Lucía para sí habla al tiempo que lo piensa con sinceridad.
-Es genial que llevemos juntos todo este tiempo. Tras las penas vienen las dichas, ¿no crees, Lucy? –dirigiéndose a ésta con una risa en los labios.
-Sin duda, amor, seamos, pues, dichosos y vivamos nuestra aventura tan ricamente –remata Lucía tras engullir un bizcocho en la leche tibia, costumbre arraigada del convento.

Diciendo esto continúan un rato más conversando, hasta que el ruido del timbre de la casa suena y Ernesto se dirige a la puerta a ver quién es. Pero tras abrir la puerta y mirar el exterior en derredor se percata de que nadie hay en el portal. Sin embargo, observador, divisa una carta en el suelo del escalón de la calle, cuyo remitente no aparece, pero sí a quién va dirigida. Para Lucía –se aprecia, únicamente escrito a bolígrafo azul en toda la superficie del sobre.

-¿Pero, y esto, qué significa? –se interroga Ernesto, cogiendo del suelo la carta e internándose al interior del hogar confundido, para, acto seguido, dársela a su destinataria.

-¿Qué me traes, Nesto? –le dice con la mirada, al tiempo que coge la carta con su nombre la aludida.
-No tengo idea quién puede ser. Ábrela y despejemos las dudas de una vez –le insta Ernesto intrigado.


domingo, 15 de abril de 2018

LUCÍA Y ERNESTO 8ª ENTREGA

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Manuel el psicólogo, tras leer la misiva para sí en un breve espacio de tiempo, entorna los ojos levemente diríase como meditando, y se atusa la barbilla imberbe en un acto de reflexión circunspecta.

-La carta de Ernesto no supuso una coacción para usted, ¿verdad, señorita Lucía? –indaga el psicólogo con un tacto un tanto incierto.
-En absoluto. Pero, aun si hubiera sido así, ¿qué le motiva tal pregunta? –responde Lucía.
-Una decisión como la de dejar una forma de vida como la que llevaba, a comprometerse por otra que conlleva responsabilidades no es una cuestión baladí –indica el psicólogo.
-Comprendo –asiente Lucía.
-Ambos deben estar de acuerdo en respetarse, y, según tengo entendido, es algo dado por supuesto –afirma el psicólogo.
-Nos conocemos tanto que, en efecto, damos por hecho –habla ahora Ernesto.
-Yo he llorado sin pudor junto a él. Él ha sido el padre que me arrebataron en la infancia, el amigo, el cómplice en mis dichas y mis penas. Siempre a mi lado, hasta para tomar los hábitos religiosos, respetó tal decisión con un estoicismo titánico, porque, aunque se negara a afirmarlo, me quería –declara Lucía visiblemente conmocionada.
-Ella ha sido y es la luz del sol que me ilumina. Sí, la quiero. Mi padre, antes de morir, hablaba de lo buena que hubiera sido como esposa mía –habla Ernesto.
-No sean tan trágicos, todavía son jóvenes. Tienen mucha vida por delante –interviene el psicólogo Manuel.
-Ahora que estamos otra vez juntos, me siento renacer –habla Ernesto.
-Vaya que sí. Te veo tan delgaducho. Necesitas cuidarte, buenas comidas, cariño, afecto –declara Lucía.
-Aquí, en el Centro, le orientamos lo mejor que podemos. Usted, señorita Lucía, sin duda, supondrá un pilar inmejorable en la consecución de su rehabilitación y tratamiento –incide Manuel.

Con estos y otros ligeros comentarios fueron, los tres, acordando cómo debía organizarse esta entrañable pareja en el día a día. Consejos prácticos, hábitos saludables, evitar caer en crisis manejando los síntomas de manera adecuada, las visitas al psiquiatra, la medicación, etc., que ya no serían cuestión exclusiva de Ernesto, sino que contarían con el apoyo que la ex religiosa le dispensara.


martes, 10 de abril de 2018

SAN JOSÉ 2018


Este año San José con las aguas nos bendice,
nos acerca hacia el Padre, hacia el Niño y la Virgen.

Es Vicente el mayordomo, de mi prima su consorte,
y la música su vida, el fagot su arma noble.

San José que se celebra, que las misas le dedican,
que le rinden las plegarias desde todas las ermitas.

Este año con las aguas él nos da agua bendita,
y a Cristo hace un guiño con la muestra de alegría.

San José es todo un santo, de la Virgen su marido,
de El Señor es padre tierno, carpintero de los Cielos.

Él a Cristo siempre quiso, y creyó en su mensaje, 
y le dio la buena base de un trabajo y un oficio.

San José que nos redime, que es pastor del crucifijo,
que a la vera de El Señor y la Virgen es cobijo.

Y por eso es Vicente mayordomo de ti fijo
este año que se precia, con fagot y con cariño.

San José es resplandor, carpintero de oficio,
padre que enseñó a Dios cómo es el hombre limpio.