sábado, 29 de diciembre de 2018

DIVIDAMOS O NO

Dividimos a las personas en “clases sociales”; y a veces no miramos el daño que eso hace.

Dividimos a las personas en “clases sociales”; “tú un fracaso”; “tú amable”; “tú un alcalde”; “tú un don nadie”.

El dinero dividiendo y haciendo sus males; la envidia corroyendo, y así todos miserables.

Dividimos a las personas en castas raciales; en castas dispares de orientaciones sexuales.

Dividimos y dividimos, ¿y nosotros?; a la postre también somos etiquetables; no ofendas tanto y no te ofenderá nadie.

Tantas etiquetas, tantas variedades; “tú fulana guarra”; “tú vegano acre”; “tú bollera indigna”; “tú servil compadre”.

Somos de Dios hijos; no seamos infernales; no vayamos segregando, no seamos despreciables.

Porque al fin y al cabo el daño pesa en el corazón, cuando nos infaman y señalan a traición.

No somos todos iguales, pero allá en el interior, allí el juicio se madura y se ve el color mejor.

Dividamos sin prejuicios, dividamos sin rencor; porque somos carne falible y dignataria de El Señor.


viernes, 28 de diciembre de 2018

MI REFLEXIÓN DEL 2018


Hoy, día 28 de diciembre de 2018, frente a las teclas recapitulo y hago cavilaciones de lo que este año que ya está por terminar, me ha sugerido.

Un año de lluvias, de impresiones en las televisiones, en los medios, de conflictos, de moción de censura, de milagros, de alegrías, y de tristezas.

Una alegría podría atribuirla a la concordia ciudadana de nuestro país, pese a los golpes que el separatismo de Cataluña arrea con sus pulsos identitarios.

En las televisiones impresiona la variedad de contenidos de los que se puede hacer uso, eligiendo el canal más acorde a tus intereses e ideas entre las gama que ofrece la televisión digital terrestre. Aunque, si le añadimos la conectividad a internet el resultado abruma por la sobreinformación y opcionalidad que acarrea el simple hecho de poder elegir qué ver y cuándo al espectador que, no olvidemos, es un simple humano, no una máquina de digerir imágenes.

Un año de lluvias consuetudinarias, regando la geografía española con abundantes precipitaciones y con una frecuencia sobresaliente si la comparamos con los años anteriores del siglo presente.

Nuestra hermana Venezuela continúa con su (des)gobierno apabullante, con la inflación que la está empobreciendo y causando un éxodo sin parangón en su historia reciente.

Milagros también han ocurrido, un ejemplo de ellos, sin duda, fue el rescate de los niños tailandeses de esa cueva en la que se adentraron guareciéndose de la lluvia del monzón que asolaba en esas fechas. Tuvo en vilo al mundo durante los días en los que se estudiaron, con una cooperación admirable entre muchas entidades, la forma de rescatarlos por las grutas inundadas de ese rompecabezas de galerías que exigían conocimientos de buceo exigentes. Merecido elogio al buceador que perdió su vida en las labores de rescate. Reproche al joven monitor que los condujo a esa boca del lobo de la que, por fortuna, salieron bien parados.

Eventos deportivos a raudales ha habido. Señalar cómo Carolina Marín no ha defraudado tampoco este año en bádminton a nivel mundial. Rafa Nadal continúa su epopeya tenística, o Mireia Belmonte sigue arrasando en natación, por poner tres ejemplos notorios.

Una tristeza conmovedora fue el desenlace, en marzo, de la búsqueda del niño Gabriel. Níjar se llevó un palo al descubrir que la novia, que no la madre, del padre del pequeño en esas fechas, había sido la autora de su asesinato.

También, a nivel político, el tsunami de la moción de censura de Pedro Sánchez al hasta entonces presidente Mariano Rajoy, acaparó las noticias de ese comienzo de junio en España. Esto ha supuesto un revuelo a nivel ciudadano también muy notorio, ya que, apoyado por socios de muy cuestionable catadura, el líder socialista accedió al poder sin necesidad de elecciones, cosa hasta entonces inédita en nuestra joven democracia.

Y los conflictos migratorios, por llamarlos de alguna manera, tampoco han faltado, y continuarán estando ahí. Estados Unidos, con Trump a la cabeza, salvaguardando sus fronteras de formas tan polémicas como discutibles. El empeño del líder americano por impedir que atraviesen su país personas que buscan un futuro mejor, oriundas de países como Guatemala, pero sin respetar los procedimientos legales oficiales, genera gran polémica sobre el trato humano en ese contexto. En España, respecto a un tema similar, se muestra receptiva, quizá en demasía, ante la avalancha migratoria que este año nos ha tocado.

Y es que el año que está por terminar no deja de ser un periodo de tiempo que, de distintas maneras, nos repercute a cada uno. Unos más mayores, otros más jóvenes; unos, hombres, las otras, mujeres; unos más sanos, otros más enfermos o delicados de salud; y así, etcétera.

Sólo me queda por pedir que el año que entra no nos depare grandes disgustos. Que los que padezcamos alguna patología, sea la que sea, no nos arrastre al pesimismo. Que miremos el lado bonito de la existencia. Y que continuemos, con nuestra energía, elevando nuestro ánimo y el de los demás. Peticiones que en buena medida dependen de nuestra actitud y de las circunstancias que el tiempo nos vaya deparando.

Adiós 2018. Hola 2019. Feliz año entrante y fraternidad, alegría y paz para el mundo.


miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA NAVIDAD


Ya llega la Navidad. Dulces y turrones a mansalva para refocilarnos espiritual y emocionalmente de nuestras posesiones, de nuestros bienes frente a las miserias que nos subyugan.

Las cadenas televisivas, cómo no, crean sus propios edenes navideños para atraer nuestra atención y nuestro bolsillo hacia sus intereses maquillados.

La publicidad mostrándonos sus encantos ficticios para que piquemos en sus productos comerciales.

No por ello, la Navidad, en el catolicismo arraigada, ha de ser malinterpretada tan severamente.

Después de todo las raíces cristianas que de ella emanan abarcan a la mayoría social de sus fieles. Con mejores humores la juventud y la mediana edad se reconcilian en estas fechas de los roces que, a lo largo del año, friccionan sus voluntades.

Sea cual sea el estrato social al que se pertenezca, parece ser este tiempo más proclive a la reconciliación y entendimiento fraternales, familiares.

Las familias se reúnen, o lo pretenden, y, en los días más señalados, intentan aparcar sus diferencias con las típicas cenas de Nochebuena, o, con el día de Navidad, si bien las previas planificaciones de las féminas madres de cada hogar no siempre terminan con lo deseado: un reproche por aquí, un malentendido por allá, un imprevisto desafortunado,…

La Navidad, aquí en España, se va americanizando desde hace décadas, y no faltan los árboles navideños junto a los Papás Noeles que acaparan parte del protagonismo inherente a los personajes esenciales de nuestra religión explícita: el Nacimiento del niño Jesús, la austeridad en la que éste está inmerso, siendo sus padres, José y María, quienes, prófugos, intentan protegerle de la sanguinaria ley a la que el rey Herodes, chiflado de perder su poder ante un neonato usurpador divino, lleva a la práctica.

Se produce, pues, una antítesis, un choque de dos maneras opuestas de entender la realidad hasta entonces imperante en la civilización judía.

Por un lado un rey inseguro y tiránico que, supersticioso hasta la médula, intenta aplacar sus temores de perder su soberanía intentando matar, desde su nacimiento, a su potencial adversario.

Herodes, el rey en cuestión, aferrándose a su poder y a sus bienes materiales.

Jesús, el Niño de la promesa que reconquistará los corazones oprimidos por las injusticias terrenas: aquéllos que buscan la verdad y la paz.

Basta, con lo dicho, deducir que Jesucristo se criaría con el amor de sus padres, mas guiado sobrenaturalmente por su intuición y afecto hacia su Padre de los Cielos. Iría, pues, forjándose su personalidad cautivadora, su forma de querer reconciliar al hombre consigo mismo y con sus prójimos.

La historia, ya sabida de Jesús en sus años de vida pública, le daría la razón entregando su propia vida en la cruz, para salvarnos del pecado, surgiendo el cristianismo incipiente que, al principio perseguido, y, más tarde aceptado, conformaría el dogma religioso en que ha llegado a convertirse en nuestros días.

La Navidad, pues, representa para todos los creyentes católicos el inicio de la vida del Hijo de Dios, la esperanza entre el desconsuelo y la hostilidad en la que hasta entonces se vivía.

Esto, trasladado a los fieles, especialmente en estos tiempos de crisis, nos da motivo de reflexión y esperanza para que renovemos nuestros ánimos y sensibilidades, y, desviemos, aunque sólo sea en estas fechas, nuestras pretensiones más materialistas hacia unas convicciones más espirituales.

Que Dios nos guarde.


sábado, 8 de diciembre de 2018

INMACULADA CONCEPCIÓN

Llega el ocho de diciembre,
la Inmaculada Concepción,
su bondad nos enternece,
Madre buena de El Señor.

Sin mácula en su nombre,
sin miedo, con amor,
sin odio, con entrega
nos da la salvación.

Casta, pura y Divina
es la Madre de El Señor,
y nosotros hijos suyos
como Cristo es nuestro Dios.

En el Cielo Ella reina,
en la Tierra da amor,
y así y todo Ella ingenia
el perdón que es redentor.

Inmaculada de diciembre,
santidad por concepción,
amor frente a violencia,
la victoria del perdón.

Inmaculada pura y casta,
Virgen bella junto a Dios,
y nosotros el rebaño
de corderos de El Señor.

Llega el ocho de diciembre
a este mundo de aflicción,
y miramos a los Cielos
por buscar la expiación.

Sin mácula Ella es reina
de los Cielos, del amor,
Ella es cura de las penas
de este mundo abrumador.