miércoles, 15 de mayo de 2024

RECONOCIMIENTO DE PALESTINA EN LA ONU

EE.UU. veta a Palestina como Estado de pleno derecho en la ONU

 

Recabando información sobre la novísima noticia de actualidad acerca de la entrada del Estado de Palestina en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cabe reseñar que, ciertamente, dicha nación formada por esas dos regiones más o menos enquistadas (Cisjordania/Transjordania), parece salir mejor posicionada en este último reconocimiento a su independencia.

A 8 de mayo de 2024, 143 Estados de las Naciones Unidas han reconocido a Palestina: 142 de los 193 Estados miembros de pleno derecho, además de la Santa Sede, la cual es, como Palestina, un Estado Observador de la ONU.

Por otra parte, una serie de países entre los que se incluye Israel no reconocen a Palestina, adoptando como postura la idea de que dicho Estado solo puede ser establecido mediante negociaciones directas entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina.

Es más, por poner algún ejemplo, el derecho internacional y las Naciones Unidas, la mayor parte de la comunidad internacional, la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna la franja de Gaza, así como una serie de ONG, periódicos, académicos y partidos políticos (Lista Conjunta) dentro del propio Israel, consideran a Cisjordania “territorio ocupado”*; en cambio, Israel lo considera un “territorio disputado” y no un régimen de “ocupación”, mientras el derecho internacional, que no acepta la conquista militar como base de derecho, lo rechaza.
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*. “OCUPADO”: Dicho de terrenos y territorios, que están bajo el control ajeno de un grupo de personas, equipo deportivo, ejércitos u otro colectivo.
•    Sinónimo: tomado.
•    Antónimo: libre.
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Leyéndome con celeridad (dos horas) las informaciones historiográficas referentes a Palestina como Estado de Oriente Próximo; la ONU, como Organización de las Naciones Unidas y la del Reconocimiento internacional de Palestina, como tercera y última, entre un conglomerado de datos, fechas, topónimos, lugares, sucesos, altercados, guerrillas, personajes históricos, culturas, sectas y religiones, simplemente, a vuelapluma, se observa el deseo preeminente por la conquista del territorio y la fatua intentona de mantener el poder en él lo máximo posible la facción dada.

En estos dos últimos siglos nos encontramos un mismo emplazamiento, Palestina, testigo de los encarnizamientos humanos rivales, diría yo, abusando del lenguaje, por antonomasia: palestinos arábigos versus israelíes hebreos.

Los primeros, reclamando, tal vez, con mayor legitimidad, por razones históricas y territoriales, no quieren verse socavados por los segundos, más advenedizos y acaparadores, merced al apoyo que reciben de terceras potencias (como Estados Unidos).

Esto puede sonar, según quién lo lea, mayor o menormente objetivo o subjetivo. Pero, si nos ponemos las pilas en la actualidad con las terribles repercusiones que está teniendo la Guerra de la franja de Gaza en esa zona, con las escabrosas crónicas que nos llegan a diario, comprenderemos, o, al menos, asimilaremos, la patente desnivelación de los bandos enfrentados: los israelíes incursionan, más allá de la defensa de sus fronteras, intentando ampliarlas, en esas zonas que les son favorables, apoyados por una variedad de factores: EE.UU. es su principal aliado; la memoria colectiva de la Historia les sopla a su favor tras la Segunda Guerra Mundial; son inteligentes y saben cómo manejar las finanzas, el dinero, desde muy antiguo.

Por otra parte, los palestinos arábigos son más bien guerreros sorpresivos; padecen de cierta debilidad por sus escisiones internas; y, no cuentan con tanto apoyo económico de momento, pues, en un futuro no deseable podrían contar con el apoyo de países terceros que nos líen un sambenito a nivel mundial: Irán o Rusia.

Dios no quiera que se produzca esta última elucubración mía al respecto.

Volviendo al tema principal del artículo, desearle una buenísima pre-bienvenida al Estado de Palestina en la ONU.

Que Estados Unidos y los israelíes dejen de poner escollos para la inclusión de ese Estado en la Organización de las Naciones Unidas.

Más paz, más entendimiento. Menos fanatismo, menos barbarie.


 

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