En el oasis de la
inocencia 
va la pareja sin
experiencia,
va el ego patrio de
tus querencias,
el enojado que se
lamenta.
En el oasis de la
tormenta 
va el rayo humano
con virulencia,
el enemigo que nos
enfrenta,
la adversidad con
sus secuencias.
En el oasis de la
apariencia 
va el presumido con
excelencia,
va el nepotista con
sus sentencias,
va el veleidoso que
te contempla.
En el oasis de la
excelencia 
el esforzado hace
presencia,
el haragán hace su
ausencia,
y cada cual mide sus
metas.
En el oasis de la
prudencia 
no hay bravucones,
sí reticencias,
ciertas razones de
conveniencia,
observaciones que
nos alertan.
En el oasis de la
miseria 
el hambre acucia, la
sed apremia,
la negligencia
siembra su huerta,
y nos conmueve
tenerla cerca.
En el oasis de este
poema 
hoy “mato el
tiempo”, uso cabeza,
yo rimo a gusto y
conveniencia,
yo te regalo mi
experiencia.
 
 
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