Si
la edad no tiene edad, 
si
el nombre no tiene nombre, 
el
sujeto que hay detrás 
al
vacío expira su orden.
Animal
que andando va 
y
el hocico tuerce borde, 
gruñe
al cielo sin parar, 
algo
ansía, mira dónde.
Incrustada
la mejilla 
en
la extrema pesadilla, 
se
“alfabeta” lo nocturno, 
al
poeta se hace orilla.
El
palabro yo planteo 
puntuado
entre comillas, 
hago
un mundo mío y propio, 
y
despierto a mi clímax.
Si
el barco zarpa suave 
en
la fuerte tempestad, 
es
mejor que se encoraje 
y
la sepa soportar.
“Velerito”
hecho hombre 
en
el orbe y en la mar, 
“tractorcito”
hecho al monte, 
a
la tierra al arar.
Sofocando
las tinieblas 
va
el Sol a alumbrarnos; 
la
poesía en la Luna 
hace
gracia hasta hartarnos.
Pío
del canario nuevo, 
bruto
empeño de el del viejo; 
cantarines
versos tontos, 
aceitunas
que me llevo.
Mundo
impío, no me escupas, 
haz
de este un orbe pleno; 
no
sucumbas al desorden 
de
la fiera que tenemos.
De
la guerra no me hables, 
de
la paz llena mi catre; 
haz
dormir en el olimpo 
esos
odios y esos males.
La
poesía yo planteo, 
versos
tontos, versos nuevos, 
versos
cortos, versos lelos, 
versos
locos, versos meros.
Si
la edad no tiene edad, 
si
el nombre no tiene nombre, 
neonato
es el tiempo, 
el
espacio sabe a tope.
 
 
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