Ante Iglesias no hay
quien pare, 
es un tipo que se
sale, 
cada gesto o
alocución 
son de él
barbaridades.
Pablo Iglesias nos
enseña 
“lo común de los
caudales”, 
y esta España, ahora
herida, 
lo recibe no sin
males.
Y “contritos”, mal le
miran 
los que tienen los
caudales, 
unos sean por nacer
de cuna, 
otros lo sean por
esfuerzo admirable.
Sean unos, u otros
sean, 
nuestro Pablo, ya se
sabe, 
quiere de ellos un
buen pico 
para el pueblo de la
calle.
Sin esfuerzo y sin
trabajo, 
como ovejas ya con
hambre, 
así sueña el
comunismo 
ver la patria de tus
padres.
Pablo Iglesias, no te
quejes, 
mira bien tu escaño
grande, 
no vomites tanta
furia, 
apacigua tus modales.
Qué decir que ya me
quede 
ya de todo es
bastante, 
yo por eso, Pablo,
hermoso, 
ya te digo:   ¡qué tunante!
 
 
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